jueves, 28 de diciembre de 2017

Bot de colores

Nos sentamos en la mesa
y mientras pedías una dos equis
noté que tenías todos los colores del mundo.


verde alegre
lila carcajada
negro libre
azul mezclilla
rojo bicicleta
amarillo relámpago
blanco quieto


Qué extraño presenciar el espectro visible sobre tu cuerpo,
qué extraño notarlo sólo yo
y mirarte asombrada
con los ojos empañados
y el síntoma de desconfianza en todos mis sentidos.
Mis ojos me mienten, me dije
pero ahí estaban todos los colores del mundo
la felicidad del rosa bonito
con la energía del blanco mañana
y el verde alumbrante que veo en sueños
donde tú y yo somos amarillo calcinante


Todos los colores sobre tu cuerpo
y el mundo sin notarlo.


martes, 26 de diciembre de 2017

Libra

Llegaste como llega el aire luego de salir de las olas.

cuando más lo necesitas
pero te da igual sobrevivir
porque si las olas ya te arrastraron
qué más da lo que siga,
el fin del mundo
las puertas al infierno.

Llegaste como llega el aire luego del orgasmo,
luego del cuerpo en el agua caliente de la regadera
luego de encontrar un billete de 200 en un pantalón viejo.

ese aire que sientes después del golpe bajo
cuando has quedado tirado del dolor
y aun así reconoces estar vivo.


Llegaste como el aire

y sin embargo

sé que no eres vital


que sin ti los días siguen siendo días
y las calles van en los mismos sentidos
sigo siendo yo, sigues siendo tú
ajeno a mí,
con la libertad que te dieron las estrellas
con la libertad que a nadie has pedido y
que exiges con la mirada
con una libertad que yo también he tocado
porque nacimos con la misma señal
esa que nunca sabemos dónde poner
cómo tocar
pero que está ahí,
marcada en el mes y con el sol

pero el respiro,
ese respiro que eres
que me mueve
me molesta
me indigna y me arrincona
ese respiro que me brindas
cuando sonríes porque ya valió verga
porque sólo quieres dormir
porque quieres llegar a casa
porque nadie te va a decir que hacer
ese respiro de tener un cómplice,
que también cree en los arcanos
y el destino
y el aire que podemos ser.


Ese respiro insistente que me rompe,

ese aire que no puedo respirar

ese respiro que me genera más tos

ese aire que no es para mí

ese respiro que nunca pedí me fuera dado

ese aire que todo lo olvida

ese respiro que no es lo que yo espero

ese aire que se me va de las manos.



Ese respiro que siento cuando llegas
y me dura toda la semana


en que desapareces.

martes, 12 de diciembre de 2017

Asertividad

A ver, así al chile
ya dime si vas a querer
o se lo echamos a los perros
que se lo traguen todito
que se embriaguen en él
y se revuelquen con lo que sobre
que en sus mierdas se les note
lo que no quisiste
lo que nadie quiere
las sobras del pinche amor culero que te tengo
ya dime si lo vas a querer
sino
para guardarlo todito
comérmelo sola
fingir que estoy bien
sacar el vibrador
descargar tinder
fumarme toda la mota
y comprarle al señor de la esquina la última caguama del domingo.
Ya dime si lo vas a querer
antes de que se enfríe la cena
te visite tu madre
termine el año
y me congele el invierno mis pies solitarios.
Ya dime, si no para borrar tu celular
porque ya me cansé de verte en línea en whatsapp
y nada de ti
ni si lo vas a querer o si nel, alv.

martes, 22 de agosto de 2017

Euforia



Estoy en un estado poco constante que le llaman felicidad.


No me quiero mover.

Como cuando un gato te elige

te observa y se sienta en tu regazo
y tú, tú optas por quedarte estático
por no molestar la decisión del animal
él tan cómodo y tú
con las piernas dormidas
incómoda
pero feliz
pero adolorida
pero feliz.


Ese es el estado de las cosas

como Samoilovich también le llamo ansiedad perfecta

estupor

abandono a ti

en espera de algo

no sabemos qué

pero mientras quietecita.

jueves, 27 de julio de 2017

¿Limerencia o una canción de Shakira?

El amor tal vez es un mal común

Shakira


Cuando dices que no
parece que dices que sí porque cierras los ojos y sonríes,
nada de lo que siento es real, lo sé, porque me he visto
me he observado desde lejos y ésta no soy yo.
Esta falsedad en la que me he convertido
esta falsedad que me cansa
me enoja
me arrastra a campos desconocidos donde no gobierno la pelota
esta falsedad me habrá de liberar cuando lo decida.

      No tengo delantera.

Menos la defensa contra esta alegría que pasa a euforia
y me revienta el cuerpo
o la extrema desesperación
y el sudor que se me junta a las 6:00 de la tarde cuando no quiero verte
pero termino haciéndolo
nunca de frente
nunca como deseo
siempre con la separación
de algo más que no concuerda con lo que Shakira me enseñó.

domingo, 23 de julio de 2017

El desastre

Suponer es la manera más errada de vivir
y aún así,
aquí me tienes
imaginando mundos posibles
donde tal vez yo no te olvide
y terminemos muchas veces la mañana.
Muchas veces terminemos
y empecemos
y seamos la alternativa al desastre.
Pero no es cierto que lo que supongo exista
o pase
o se renueve.
De ahí el desastre, la amargura.
No estás, ni lo has estado nunca.

jueves, 20 de julio de 2017

La ansiedad perfecta

se quiere, no se sabe muy bien qué
y no hay en este sentimiento
abandono, debilidad, languidez:
es la ansiedad perfecta

Daniel Samoilovich

Existe una sensación de terror
que no te puedo explicar ahora
porque me lees 
y me sabes 
y me conoces
y nos hemos visto desnudos en diferentes lugares
no de frente
sólo en las palabras
entonces tememos hacerlo real
hablar de ello
del terror que se ha ido apoderando de nosotros
de nuestras camas
las mañanas
las noches
el reloj y las horas

Este terror que sólo aparece cuando sabemos que vamos a morir
cuando la lluvia no para
cuando el mensaje del destino aparece
cuando tus dedos recorren las palabras que no salen de mi boca sino de mis dedos.

Existe y la conozco, 
es una sensación perfecta
de terror, pero perfecta.



martes, 27 de junio de 2017

Crush

Asomarme en ti

para saber si estás
o si te has ido
y quién sabe
quizás
nos podamos sentar juntos
un rato
dos horas
una semana
un para siempre que dure 10 o 15 años.

Asomarme en ti
para saber si toco la puerta
y quedarme en ti,
adentro,
quieta,
con pasiones sosegadas
y una que otra historia
que no contamos a nadie.

Serán nuestro secreto,
nuestro plan de escape.

Asomarme en ti,
pero avísame
dame permiso
sino para sentarme aquí
afuera
sin las historias nuevas
pero segura.

jueves, 22 de junio de 2017

Tus últimas palabras

“Tendré que mandar mi ropa a la lavandería” 

Fue lo último que dijiste antes de cerrar la puerta.

miércoles, 21 de junio de 2017

El solsticio y la magia

Me dijo Enrique que todos nosotros tenemos las estaciones del año de forma diferente dependiendo nuestro nacimiento. Me aseguró que cuando nací fue mi primavera y así se fueron corriendo las estaciones y significando algo en mi vida. Es claro que él habla desde la astrología y esas cosas místicas que a veces nos dan paz cuando la vida tiene demasiada realidad. Tuvimos una cena tranquila y ahí me comentó que ahora estoy terminando mi otoño, el cual era un tiempo de reflexión y preguntas. Un camino hacia la muerte. Nací en Octubre, así que mi primavera y mi verano había pasado. Tal vez por eso lloro tanto, dije. Tal vez, respondió. Pero sigue tu invierno y el invierno es de trabajo y lucha. 

Me quedé pensando en que ya no quiero llorar tanto y es obvio que el precedente del invierno que se avecina no es ni por poquito tranquilo, así que me negué a creerlo. Después fui a Google y no encontré nada. Di por terminada esa conversación y mi estúpida confianza en charlatanerías de estrellas y planetas y posiciones de nacimiento. Las estrellas no me van a resolver la vida, caray.

Ahora, según yo, siempre he considerado que soy agnóstica porque más que dudar de todo, dudo de mí misma. Sin embargo, mi infancia fue un constante deseo de ser una heroína como Sailor Moon. Creer que de verdad algo va a pasar conmigo, algo extraño y externo que hará que las cosas cambien. Luego, veía Floricienta y pensaba en la magia y las hadas. En el amor ridículo al otro. En que si una lo desea las cosas pasan. Deduzco que esa fascinación por lo irreal me llevó a la fascinación por la ficción de los libros. Es bien raro cómo funciona la forma en que nos obsesionamos con deseos, supersticiones, anhelos. Y más raro saber que nada de eso se va a cumplir. Pero ahí seguimos. De ahí no nos movemos. 

Por eso me enoja que mi estación de otoño/invierno en realidad haya durado tanto. No veo el cambio, Enrique. Para mí ha sido un invierno desde hace semanas, desde hace meses. Cuestiono lo que sé, cuestiono lo que siento. A dónde voy. Qué sigue. Y nada. No hay respuestas. Estoy atorada. Me veo desde lejos y no siento que haya hecho algo, no termino mis planes, no hago lo que quiero, no me sé enamorar, no sé elegir, no sé cuidarme, quererme, sentirme bien conmigo. Me ilusiono con gente que me lastima. O peor, me ilusiono con gente que no me conoce. Lucho con mis concepciones del mundo. Trato de ser mejor persona. Trato de perdonar y olvidar y a otra cosa mariposa. Nada. Me siento vacía. Sin comida. Sin sol. Sin abrigo. El invierno me ha durado meses, Enrique. Mi primavera nunca inició, Enrique. 

Sin embargo, hoy llegó el verano. Y aunque sabemos nada cambiará, hay mucha luz hoy.




martes, 13 de junio de 2017

Impuestos

Quién iba a decir que facturar mis últimos viajes en uber a tu departamento
me iban a desencadenar las lágrimas que llenarían las tinas con las que riego las plantas.
Curioso cómo funcionan los impuestos
a veces dan
a veces quitan
pero las deudas siempre las cobran.

lunes, 22 de mayo de 2017

¿Te acuerdas que nos queríamos mucho?

¿Y nos burlábamos de nosotros mismos por querernos mucho?


Y pensábamos, va, vamos a querernos mucho para romper este mundo. Romper el llanto. Las bolsas del súper cargadas con fruta y té para el desayuno.
Y cómo no íbamos a querernos mucho. Si llorábamos juntos. Reíamos juntos. Veíamos la cartelera del cine completa juntos. Nos cansábamos juntos. Nos sentábamos en las bancas del parque de Felix Cuevas y veíamos pasar los perros que nunca tendríamos juntos. Pagamos la luz juntos. Y también apagamos la luz juntos. Fuimos a la escuela juntos. Dormimos juntos. Adoptamos gatos juntos. Te presenté a los amigos que quería que nos vieran juntos. Fuimos a muchas librerías juntos. Y compramos muchos libros para como quiera terminar leyendo a Enrique Serna juntos.
Y nos quisimos mucho juntos. Con todo y las diferencias, los aprendizajes, mi inseguridad y mis penas. Con todo y los poemas que ni yo ni tú entendimos juntos. Con todo y que extrañabas tu casa y el hogar que no pudimos hacer juntos.

Y entonces: ¿recuerdas que nos quisimos mucho? Y que juntos construimos poco a poco la estaca que nos sacará del vicio del recuerdo y nos llevará al olvido.



miércoles, 22 de marzo de 2017

#NotAllMen

Nos dicen que no tengamos miedo
Porque no todos
(Aunque sí todas)
Nos dicen que paremos de llorar
y de gritar
Porque no todos
(Aunque sí todas)
Que les duelen las paredes
les duelen las palabras
y el enojo y las miradas
Que si estas palabras las tejemos con violencia
limitamos el acceso
el diálogo abierto con los no todos
Que los rostros de angustia
se ven mal en las fotos
Porque no todos, en serio
(Aunque sí todas)
Nos dicen que ya fue suficiente
y por eso no todos
Aunque sí todas.

Sí todas nos morimos
Sí todas nos lloramos.
Y nos recordamos con un miedo
uno profundo
uno que nos acompaña
y lo llevamos hasta el entierro.


jueves, 2 de marzo de 2017

Leer para vivir aunque sea a medias

Hay una creciente relación que las personas han hecho respecto a la lectura y el proceso de sanación. Normalmente cuando estás triste, deprimido o sientes que perdiste parte de tu alma puede que las personas te recomienden leer. Y en mi caso (perdonen si siempre uso "mi caso" pero es que así es este blog) parece todo lo contrario. Hasta hace unas semanas, leer me dolía de forma curiosa. Era una especie de incomodidad, como cuando recién sabes que te vas a enfermar de la garganta y despiertas por las mañanas con el picor. Tardaba mucho en concentrarme, en acabar libros. Sin embargo, como leer ya es un hábito, leía fragmentos, poemas, textos cortos, porque podía aguantar el dolor un ratito. 
Seré sincera, quizás no leía porque este hábito se formó de la mano de Rojo. Los libros nos acompañaron muchos años y es difícil retomar un hábito en la soledad, aun cuando leer es un acto en solitario. 

Hace unos días mi amiga Caracol me decía que cómo me daba tiempo para leer lo que leía. Cuándo, cómo me permitía destinar mi tiempo a lo solitario (pero que a la vez no es porque leer también es estar acompañado de ficciones). Creo que leer se convirtió en un medio para vivir, aunque no es el único, sí me ha ayudado a muchas cosas, aunque no a olvidar mi amor a Rojo. Creo que en realidad me lo recuerda en cada palabra, conjunción, personaje, fragmento, autor. 

Los horarios que nos poníamos para leer (sí, teníamos horarios). Las charlas. Los cafés que él se tomó y que yo acompañé con té. Las idas en el transporte público donde yo leía y él me observaba envidioso porque él sí se mareaba leyendo. Las esperas en el aeropuerto. Las canciones que pusimos de fondo. Los diálogos de Platón, las ideas de Marx y Foucault, mis libros para niños que le leía en voz alta, sus consejos para mis videos, las compras impulsivas de más libros que no necesitábamos, los libreros que fuimos llenando... Judith Butler, Julio Cortázar, Rubem Fonseca, Michel Houellebecq, Italo Calvino, Gayatri Spivak. 

Y el Erre de Margot, la pequeña, pequeña historia de una casa en Alfa Centauri.

lunes, 20 de febrero de 2017

Is it too late now to say sorry?

Llegaste tarde a la fila de las tortillas y te quedaste con hambre.
Llegaste tarde al estreno de la película por comprarte zapatos nuevos.
Llegaste tarde al concierto de Justin Bieber, ya sólo queda una fecha.
Llegaste tarde a cuidar de mi corazón cuando más te necesitaba.
Llegaste tarde a la fiesta por no saber usar el google maps en el iPhone 7 Plus.
Llegaste tarde a mi cumpleaños por no saber decir que no.
Llegaste tarde todos los días durante muchas semanas y yo traté de preparar la cena.
Llegaste tarde a mis videos, nunca los veías.
Llegaste tarde a mi vida y como quiera te amé con cada centímetro que me daba la paciencia.
Llegaste tarde para cumplir tus promesas, empezando con el concierto de Justin Bieber y terminando con todas las que me dijiste un día que estabas contento.

martes, 14 de febrero de 2017

Todos los días eran nuestros

Uno de los monólogos internos que más me gustaron de la protagonista de Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta es cuando se pregunta sobre La Cosa. Llamaba "La Cosa" a esa situación/hecho/actitud que hizo que terminara con su pareja, Emiliano. No pude evitar reírme porque siempre que terminamos una relación los amigos nos ven con carita triste y siempre viene la tan temida pregunta: ¿Por qué? ¿Cuál fue "La Cosa" que hizo que tan bonita relación se fuera al carajo? En la feria del libro de Guadalajara del año pasado, un escritor me preguntó por Rojo y pude ver con detenimiento esa carita triste en donde yo me reflejaba. Porque sí, no sabía por dónde comenzar y decir el por qué, el cómo, el qué. 

No fue más grande el pleito que la reconciliación. Es la suma lo que nos fue ganando.


Así como María, la protagonista, no sabe responderse, me pasa muy seguido a mí. Sobre todo cuando voy por la calle (normalmente es del metro Hidalgo a mi trabajo) y me pregunto sobre La Cosa. Para razones de síntesis siempre respondo a los conocidos que todo tuvo que ver con nuestro intento de matrimonio y el vestido, que sí, eso fue la gota que derramó el vaso, pero para mis razones y mis culpabilidades siempre termino dándole vueltas a mil cosas que terminan hablando de mí. No fui suficiente. Ni pareja, ni amante, ni mujer, ni compañera, ni nada. Y así es como termino odiando mi recorrido matutino o vespertino al metro. Y también odiándome a mí. 

Pero de hecho de eso no se trata este texto, sino más bien de cómo nos vamos enterando de la suma de cosas que nos separa del otre. Del que creíamos el amor de nuestra vida. Porque yo hasta octubre del 2016 sí lo creía. 

No me acuerdo en qué tiempo, pero en uno pasado, era el amor de mi vida, el viejo de mi vejez, el papá de los hijos que no tengo. Era el agua de mi propio aliento y la memoria que tiene mi piel -entre el cuello y el pecho- lo guardó tan cerca que puede sentir sus dedos recorriéndola.

Luego de hacer un registro o conteo o análisis de qué es lo que fue mermando mi relación pasada, también encontré que quizás yo debí ver señales antes de que todo colapsara y terminara viendo cómo mi ex guardaba sus cosas en la maleta. Y así fue que quise saber si yo era la única mensita que no notó esos pequeños detalles que eran luces rojas y me decían: CORRE ALE, ANTES DE QUE TE EMOCIONES MÁS. 


Y sí los encontré. Y fue muy extraño porque los encontré en mí misma. Encontrar estas pistas no fue nada sencillo, pero también me ayudó una columna del New York Times llamada: Aprender a respirar me ayudó a superar una ruptura amorosa. La verdad es que los últimos meses antes de la separación me veía terrible. No podía respirar. No podía dormir. Estaba deprimida. No tenía trabajo. No tenía nada. (Casi como ahora pero con una pareja que le importaba un comino). Creo que inconscientemente ya sabía que Rojo un día llegaría y me diría que no se quería casar conmigo. Habían sido dos años en donde el tema estaba sobre la mesa y, aunque él me lo había pedido, seguía dándole la vuelta. Además de eso, entre su trabajo y su maestría, parecía como si yo de repente me hubiera convertido en un estorbo. Era la morra sin trabajo que sólo hace videos por convivir. La morra que lo interrumpe en sus salidas con sus amigos. La morra que se preocupa por niñerías y feminismo. La noche que lo vi por última vez me declaró que aún tenía muchas cosas qué hacer por sí mismo y yo no estaba incluida. Y en ese enunciado me cayó el veinte de que yo ya lo sabía. Mi cuerpo, como dice el artículo, lo sospechaba desde hace meses. Mis tuits tristes, mi llanto, mi enojo feminazi, mi falta de concentración en los libros y ensayos, mi falta de escritura. Todo. Todo mi cuerpo lo sabía. Sabía que no se veía a futuro conmigo.

Estos detalles que fui encontrando poco a poco y que me fueron reconciliando conmigo misma también me han hecho entender qué es lo que amé de Rojo. Y qué es lo que me duele. Creo que nunca conoceré a una persona tan a detalle como a él o más bien creo que estoy cansada de conocer a una persona de esa forma. No sé.

Pero sí lo conozco, como si nunca se hubiera ido, porque me quiso tanto y fuimos tan del otro como ahora somos del espacio en el que nos olvidamos.

Nunca sabemos realmente qué nos depara en el futuro, nunca sabemos a dónde vamos o con quién queremos caminar. Pero definitivamente son las personas las que nos marcan las pautas de lo que sigue, aunque nosotros así no lo queramos. Esas personas que se van, esas personas que llegan. Quién sabe. Lo que sí sé es que "La cosa" poco a poco se va haciendo más borrosa, como si ya eso fuera lo que menos importara. Supongo que lo que importa ahora soy yo y nada más. 



* Todas las citas son de Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta. 

lunes, 30 de enero de 2017

Mi hogar eras tú.

Si el hogar está dónde está el corazón
entonces
Qué hago con este hogar a oscuras
a medio operar
en espera de un milagro
conectado al respirador
con cita a las 3:00
despidiéndose de sus seres queridos
escribiendo sus últimas palabras
con una bucket list incompleta
este hogar
con deudas en servicios
intereses por retraso
focos quebrados
y colchones sucios.
Este hogar
que es mi corazón
Este hogar que ya no es tu corazón.




viernes, 27 de enero de 2017

El corazón quiere lo que quiere.


«Es más fácil vivir a través de alguien más 
que convertirte en una persona completa tú misma».

Betty Friedan

Una de las conversaciones que más he tenido con mis más íntimas amigas sobre mi rompimiento es aquella que va con el tema de "la culpa". Al principio, mis palabras siempre terminaban con el "¿qué hice yo para que él se fuera como si nada?". Esta premisa que es horriblemente no feminista, lo sé, i'm working on that, parte de la idea de que yo como mujer, pareja, lo que sea, no pude darle lo que él necesitaba para estar conmigo. Fui insuficiente. 
Dice Toni Morrison que cuando tenemos una relación normalmente "tú piensas que si él no te ama entonces tú no vales nada. Piensas que si él ya no te quiere él tiene razón, crees que su opinión sobre ti debe ser correcta. Piensas que si él te desecha es porque eres basura" pero no es cierto. No es cierto. Las relaciones son de dos.
Aprender a estar sola y escucharme me ha ayudado, no sólo a quererme más y aceptar las decisiones de los demás, sino también a entender que soy una mujer entera. Aplausos para mis lecturas feministas que han sido pieza importante para regular mi autoestima. Sin embargo, esto no ha sido fácil. Nunca es fácil el rechazo y sobre todo recordar que ese rechazo es parte de las decisiones que tú tomaste en cierto momento. 
Leía mis diarios de hace dos años, mis poemas y mis entradas de blogs y me daba cuenta que no estaba bien. Que resistir y continuar una relación ya quebrada era una mala decisión. Entonces, me sentía victima de mis decisiones, de mis malas decisiones, y me daba una ansiedad extraña que me llenaba de culpa. Por qué hice esto, por qué hice aquello, porque no le hice caso a mi madre, por qué le creí, por qué me ilusioné, por qué. Y así podía durar horas. Días. 

Y aquí es donde quería llegar, hace unos días preguntaba en Twitter cómo se perdona uno. 




Y obtuve respuestas muy bonitas:







Debo ser capaz de perdonarme. Todos nos equivocamos. Debo perdonar a la Alejandra de hace dos años, la de hace tres, la de hace cinco y así hasta que vuelva a reconciliarme conmigo misma. Quererme. Soltarme. Dejar de ser mi punching bag

Hay una canción de Selena Gomez que me gusta mucho. La escucho y pienso que uno a veces no puede decidir con certeza sobre el corazón y de eso no habría por qué sentirse culpable. Y una a veces tampoco se da cuenta que no está bien. Y ni pedo.

I know his heart, and I know what he wouldn’t do to hurt me. But I didn’t realize that feeling so confident, feeling so great about myself and then it just be completely shattered. By one thing. By something so stupid. But then you make me feel crazy, you make me feel like it’s my fault. I was in pain.




jueves, 19 de enero de 2017

No sé si llueve o lloro

Voy tratar de ser concisa en esta entrada. Lloro mucho. No he parado de llorar ni de verme llover. Y a veces me desespero más porque pienso que probablemente son mis hormonas y en realidad no quiero llorar, sino que esto es normal, tranquila, va a pasar. Pero no dejo de llorar. Pasan los meses y no dejo de llorar. Pensé que era mi SPM pero la verdad es que estoy tan triste, estresada y enojada que mi menstruación tuvo lástima de mí y se ha retrasado. Es que ya sería el colmo. Bueno, te decía que lloro mucho y Abril me recomendó que te escribiera cartas donde te dijera todo lo que quise decir en su momento. Cartas que empezarán con un "te odio un chingo" pero la verdad es que no te odio, sólo a veces, cuando veo el vestido y a mis gatos, que pobrecitos en las mañanas piensan que les voy a dar de comer como tú les dabas cuando te ibas. Entonces, eso. Pensé en escribirte cartas y reclamarte muchas cosas, preguntarte en qué momento dejaste de quererme o si de verdad en algún momento de nuestra relación dijiste: a huevo, ésta es, ésta es la morra de mi vida. Porque yo sí lo pensé. O sea, pensé que lo pensaste pero igual y no, no sé. No soy 100tifika. Y en las cartas también iría que te amé mucho y que te extraño pero que aún me pregunto si te extraño a ti o a lo que fue contigo lo que tuve en estos años. No sé entonces qué es exactamente lo que extraño, sólo sé que tengo un hueco gigante en mi pecho que no se llena. Lloro y lloro y no se llena. Nada lo llena. Ni los libros, los juegos, los besos, las cervezas. A veces, en el sinsentido de la vida, sólo lo llenan los gatos. Y porque también eran tuyos. O éramos suyos tú y yo y ese departamento en la Del Valle. A lo que voy es que yo debería estar escribiendo una reseña pero siempre termino escribiendo de ti porque de alguna forma debo sacar todo esto que traigo metido. Y lo más triste, Rojo, es que eras mi compañero de viaje. Y yo quería que fueras mi compañero de viaje pa' siempre. Mi sputnik pa' toda la vida. Pero no quisiste, me dijiste que no, que no. Ni pedo.

lunes, 16 de enero de 2017

Y qué con mi obsesión con el reguetón

Uno de los últimos días que Rojo y yo estuvimos bien, o más bien: que estuvimos en los últimos destellos de la ilusión de estar bien, prendimos la televisión para poner videos de YouTube mientras cocinábamos. Era viernes. Elegí un video de Hercules & Love Affair y comencé a bailar. Rojo hizo un boomerang con mi celular de mí bailando y luego lo subí a Instagram. Terminó mi turno y él, esperando mi sorpresa, eligió a J Balvin. Yo ya sabía que desde hace unas semanas Rojo había agarrado una extraña obsesión con J Balvin pero aún así no dejó de sorprenderme. En nuestros casi ocho años de relación, seis de novios y dos viviendo juntos, era la primera vez que se le antojaba J Balvin en voz alta. Pasó de elegir videos de Pink Floyd o Phantogram para de la nada querer bailar. Aunque Rojo no bailaba. 
Creo que en ese momento fui feliz porque me sonrió como él solía hacerlo: de forma rápida y en silencio. Y ahí lo entendí. Estábamos cambiando. Habíamos cambiado. Nos vimos crecer, llorar, amar, odiar y también nos vimos cansados, en estrés y confundidos. 
Nuestros días estaban contados. Los dos cargábamos ya la solución que venía: nos íbamos a separar y no nos quedaba más que ver en el futuro un sonido ridículo, un beat centroamericano que carecía de sentido y sólo nos invitaba a bailar mientras llorábamos. 
Durante los días siguientes que estuvieron llenos de tristeza, rencor y aceptación de que Rojo no se iba a casar conmigo, de preguntarme qué iba a hacer con ese vestido y de confirmarle a mis amigos cercanos que nuestros planes para el 30 de diciembre estaban cancelados, escuché tanto reguetón como pude. 
Siempre que sentía el ataque del llanto lo ponía y pensaba en la ironía de la Alejandra actual con la Alejandra de 21 años que se encontró a Rojo en la boda de su primo y dijo: ay yo no bailo eso. Esa Alejandra actual, la que escuchaba reguetón en el metro y terminaba llorando o la que con LSD encima duró despierta toda una noche pensando en cómo el reguetón se parecía a los cánticos juglares de la Edad Media, esa Alejandra era mi salida. 
Y también mi aprender a dejar ir, a quedarme con lo más bonito que hasta ahora me pasó en mi corta vida. Aprender a quererme de nuevo, a perdonarme a mí misma y tener la esperanza de que volveré a amar como amé a Rojo. Porque las cosas cambian, la gente cambia. Porque aprendemos a quitarnos prejuicios y a sonreír y bailar aunque nos esté llevando la chingada.
Luego de más dos meses de estar sola, de no haber visto a Rojo, de no saber en qué parte de la ciudad está o si quiera recordar su celular, sigo bailando y llorando (a veces al mismo tiempo) pero me quedo con esa pequeña silver linning que muy pocas veces me puede dar otra cosa que no sea Borro Cassette de Maluma o Tranquila de J Balvin. Supongo que cada quien sabe cómo combatir sus demonios, a mí me tocó así, en parte por el mismo Rojo y su última sonrisa y en parte porque me gusta ser otra.

De las imágenes que pueblan sus sueños

Acérquese a la naturaleza e intente decir,  cual si fuese el primer hombre,  lo que ve y siente y ama y pierde.  No escriba versos de amor....