miércoles, 31 de julio de 2019

Amarás a Dios sobre todas las cosas

El mundo tiene reglas para las grandes circunstancias
(aunque nadie las sigue)
me gustaría que el mundo también tuviera reglas para las pequeñas
(y que todos las siguieran)

Sé que a nadie le gustan las reglas
porque las reglas las hicieron los hombres 
a su imagen y semejanza. 
Sé que nadie, quiero decir, nosotras
creemos en las reglas
porque la correcta realización 
se mide con valores inalcanzables

Si fuéramos capaces de sobrevivir al exilio de nuestros cuerpos,
si naciéramos con los aprendizajes ya dados
si el lugar de las ideas estuviera aquí entre los recién nacidos
si este mundo me dejara caminarlo con la misma tranquilidad
con la que los árboles van tomando su espacio,
extendiendo sus raíces
floreciendo en primavera.

A los árboles también los cortan de tajo,
aunque la regla diga en grandes letras: no matarás.
A las flores las llevamos a la mesa
aunque la regla señale su finitud.
A los hombres les debemos fidelidad,
a nosotras la mirada de la competencia
pero el pecado con el que deben cubrirme
será el desear a mi prójimo
deseo su cuerpo y libertad
deseo ser en la totalidad un prójimo
nunca la próxima.

Sí he de pedir perdón, que sea así:
Perdóname, mundo, 
por no saber inventar algo mejor que esto.
Perdóname, mundo,
porque estas reglas las hizo un antiguo dios
que no me dio la oportunidad de réplica.

Me construyó con una costilla
para amarrarme a la circustancia
el deber, el dolor, la vergüenza.
Si soy costilla, soy el resto
la pieza para el pecado
la codicia del hombre
el principio del adulterio. 

Perdóname, mundo, 
por no saber amar mi cuerpo 
ni mi circunstancia. 
Por caminar mirando el piso
pero escuchar atenta para salvar mi vida

Perdóname, mundo
por escupirle a la regla.

De las imágenes que pueblan sus sueños

Acérquese a la naturaleza e intente decir,  cual si fuese el primer hombre,  lo que ve y siente y ama y pierde.  No escriba versos de amor....