martes, 23 de junio de 2015

En el fondo de mí, el universo




Con los ojos
altamente asomados a la noche
contemplo las estrellas
y, dentro de mí,
en el río incansable de mi sangre,
las siento y las descubro
reflejadas,
luminosas y hondas,
como si mi entraña fuera
el mismo cielo
en donde están ardiendo

Elías Nandino



Si alguien llegara en este momento y me diera a elegir entre mis tiempos muertos en el metro y los caóticos pensamientos que me llevan a la perdición, definitivamente elegiría los tiempos muertos entre la gente que apesta y las horas que pasan lentas. Justo en esos tiempos es cuando te pienso, cuando me gobierna otro sentido y cuando soy yo a plenitud. Por lo tanto, he descubierto que los tiempos muertos poco tienen de muertos, son tan vivos, tan vivos que incluso, si uno pone la suficiente atención, puedes sentir como la sangre viaja de aquí para allá, como se ven reflejadas en las ventanas tus muecas de felicidad y satisfacción. Sentir, pues. Casi no sé de mí. Luego, se abren las puertas y otra vez yo con esta carga de tareas domésticas, laborales y, sobre todo, las infantiles. Esa niña que llevo dentro quiere correr. Me pregunto qué pasaría si la dejara andar a tiendas, en la oscuridad de la noche, en el último vagón del metro, en esta casa que ni es mía. Me pregunto y ahí me quedo, estática, hasta que todo pase.

De las imágenes que pueblan sus sueños

Acérquese a la naturaleza e intente decir,  cual si fuese el primer hombre,  lo que ve y siente y ama y pierde.  No escriba versos de amor....