Una vez tejí una bufanda,
hacía un frío inclemente
de esos que llegan con el aire del norte
guardamos leños para mantener cálidos los sueños nuestros
y me senté a esperar
tejí con paciencia, tejí con amor
tejí palabras que no te dije
tejí versos que nadie encontraba
el lenguaje, las formas y lo que llevo dentro.
Todo había tejido.
Era una larga bufanda que llevaba todos los colores del mundo.
Le tejí mis sueños y mis esperanzas:
la noche que me sonreíste sólo a mí
la Luna que se miraba desde la azotea
mi madre en carcajadas
los libros de la calle Guerrero
la primera vez que caminé
y la primera vez que sentí el amor
Una vez te tejí una bufanda y la llenaste de gris y dolor.
Quién soy yo para reclamarte los usos y costumbres, el desastre y el descuido.
Me quedé con el estambre y las ganas, el sueño, los astros y las manos cansadas de tejer y esperar.
jueves, 6 de diciembre de 2018
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