viernes, 9 de noviembre de 2018

Sobre los alacranes

He estado tratando de escribir un poema o varios sobre los alacranes.
Me tienen fascinada.

(Tiendo a obsesionarme con temas que antes parecían inservibles en mi vida y también tiendo a olvidar temas que antes me parecía imprescindibles. Hay pequeños detalles que son relevantes y me duele que no sean hechos con seriedad y hay otros que todo mundo considera relevantes pero yo, pues: no. No estoy interesada, no voy a seguir tus reglas)

Aprendí por ejemplo que los alacranes no tienen parejas, sino que se les ve en pareja porque no suelen salir de sus lugares seguros, sólo salen para aparearse. Y los seres humanos romantizamos su existencia enamoradiza cuando vemos dos porque nos reflejamos en ellos. En buscar parejas, coger, enamorarse.

Hoy pensé en que ya no extraño a personas que solía extrañar mucho.

En personas a las que les hubiera hablado con mucho calor (y quizás gritando) sobre los alacranes y cómo pican y existen y se esconden y me parecen misteriosos. Cómo he sobrevivido a ellos. Cómo soy una heroína de alguna historia increíble. En cómo les gusto. En cómo me gustan, dios, cómo me gustan los alacranes.

Hoy recordé que ya no conozco a quienes ya olvidé. O más bien: no los he olvidado porque aquí estoy escribiendo de ellos.

Pero definitivamente son ahora algo que pudo haberme importado y ahora no.
¿Soy horrible?

Pienso que son como las estrellas que nos llega su luz y que en realidad están muertas. Nos llega sólo un leve destello. Un recuerdo. Pero están muertas a millones de años luz. A millones

I'm not sorry there's nothing to save


Como la canción:

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De las imágenes que pueblan sus sueños

Acérquese a la naturaleza e intente decir,  cual si fuese el primer hombre,  lo que ve y siente y ama y pierde.  No escriba versos de amor....